¿Quien era yo antes del día en que ví tu hermoso rostro? Ahora lo veo todos los días y se que soy muy afortunada, quizá la más afortunada por eso. Me fui a buscar algo real, estaba cerca de encontrarlo y te encontré a vos. Prontamente mi fe se rompió y la dejé irse por el aire, cuando desperté ya estabas ahí parado.
Al siguiente día al despertar nuevamente, seguías parado ahí. Por eso digo que no hay fortuna como recompensa al final del camino, no hay forma de regresar a un sueño una vez ya hayas despertado, lo mejor sucede en medio de nuestros caminos.
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