Le contesta que no puede seguirle engañando, que no puede mentirle y que no le hará más daño, que tiene que saber por qué está extraño y que ella no es culpable. La quiere y no la ha olvidado. Su condena es por dentro, su sombra y sus sueños, un llanto que brota en un amanecer.
Aunque lejos esté, alguien le recuerda lo linda que está.
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