viernes, 22 de febrero de 2013

125th Station


By Claudia Recinos
Ahí fue donde lo ví por primera vez. Nos conocimos en la 125th station, fue ahí donde me habían dicho que tenía que tomar el tren hacia Stamford, Connecticut.

By Claudia Recinos
Estaba comprando mi ticket de tren y un extraño y desconocido se acercó a mí y me dijo: -Estas comprando el ticket equivocado. Lo volví a ver y me cautivó su guapura, -Oh ¿en serio? ¿Cual tengo que comprar entonces? le dije. Me ayudó a comprar el correcto que al final terminó siendo el incorrecto pero bueno, son equivocaciones de los viajantes. Luego no sabía adonde tomar el tren, antes de cualquier cosa lo que menos quería era andar perdida de noche. Eran alrededor de las 6:00 PM hora del Este. Me dijo que lo esperara, me ayudó con mi maleta, nos auto-presentamos, empezamos a platicar y resultó en que ibamos hacia el mismo lugar. Tomamos el AMTRAK, nos cruzamos varios vagones hasta encontrar un lugar cómodo. Wow, eso se vió como en las películas con empleados de Wall Street en el tren, gente muy bien vestida, cada cabeza era un gran mundo, más nosotros: dos extraños encontrados.

By Claudia Recinos
Y yo tranquila, bastante cómoda con mis jeans, mi blusa de escote recatado y de color que le iba al color de mi piel--según yo--mi cabello apenas secado desde las 5 de la mañana de ese día y sin ni un toque de maquillaje; sin embargo, él me dijo: "Eres muy hermosa." Parecía demasiado rápido como para que me dijera algo así y así mismo como para yo responderle con el mismo alago pero la verdad es que sentí una atracción muy fuerte hacia él, así que le correspondí con otro alago.

Seguimos hablando todo el camino, no podía creer como la aventura estaba empezando. Hablamos lo suficiente como para confiarnos ciertos asuntos personales. Yo tenía adrenalina y mucha emoción, me sentí bien de atraerle así a alguien que a mi también me atraía--y mucho. Varios momentos en el tren nos miramos frente a frente por al menos 15 segundos fijamente, fue bello--momentos encantadores.

Increíble presente! Tan rápido pero ni me importaba, yo iba a vivir el presente, pues era lo único que había. Nada malo había en mirarnos así de bonito, en decirnos cosas bonitas ni en probablemente vernos otra vez.

Nos bajamos del tren, nos despedimos con un beso en la mejía. No me pidió mi número de teléfono pero me dejó el suyo con su tarjeta. Ya estaba bastante oscuro, no supe que rumbo tomó. Quedamos en vernos al siguiente día a las 9 AM en punto, en la estación donde nos despedimos. Ya no me aguantaba para que llegara el siguiente día y dirigirme hacia New York City donde las calles te renuevan.

By Claudia Recinos

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